El espíritu de Cioran

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Cioran odiaba la idea de haber tenido que vivir y sin embargo muere de viejo:
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<<Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado>>.

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La primera vez que Ana oyó hablar de Cioran, alguien le dijo que era un vago que no quería trabajar… Y ella se sintió inmediatamente identificada con él…
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Cioran, que nace en 1911, en sibiu, Rumanía, bajo el Signo de Aries. ¿Qué importa entre tú y yo el día? ¿Acaso creemos en eso tan estúpido que son los horóscopos? Y sin embargo se hace con un mapa debajo del brazo, entre el bazo y las costillas. Sin dientes pero con ese mapa. Tan distinto del mapeo genético de tu ser.
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A los 24 años, a Cioran, su madre le dice que de haber sabido que iba a ser tan infeliz hubiera abortado. ¿Qué significa ser hijo de un sacerdote ortodoxo? ¿Era ese el comentario amoroso de una madre? ¿Inconsciencia o necesidad?
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<<Sólo soy un accidente. ¿Por qué debo tomarme en serio?>>

– Emile Cioran –

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¿Te imaginas cuántas veces habría escuchado Ana cosas como: tenías que estar muerta, o tenía que haberte matado, por esto o por aquello? ¿este día, aquel otro día? En realidad podría ser que me aterrorizara la muerte pero no lo hace como hecho; son las formas de llegar a ella lo que me aterroriza: el sufrimiento, la degeneración, la enfermedad.
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Ana pensaba que había hecho algo útil por la humanidad. Ella y la mujer que era su pareja. Ambas lo pensaban. Habían hecho algo verdaderamente útil al no reproducirse. Ana pensaba que al haber agotado la posibilidad de que sus genes defectuosos se propagasen había sido consciente.
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Y hablemos de la mujer con la que compartió su vida… Una hermana esquizofrénica. Un padre que muere alcohólico, aunque un cáncer lo mata pero que muere en el psiquiátrico. Dicen que loco. Éste los abandona cuando son muy pequeñas, aún, en una isla. Pero no son los únicos que enloquecen y nos sonríen fantasmales desde el pasado por las dos ramas; parentescos paternos y maternos. <<Así -nos explica Ana– nosotras estrechamos nuestros lazos y condujimos o condenamos a aquello de lo que procedíamos a la extinción>>.
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<<Ella no quiere que yo muera. Dice que se siente bien conmigo, que me estima, que siente que tiene a alguien con quien hablar y eso la anima. Me trata muy bien, y procura esforzarse en mi felicidad. Esa fue, al principio, la idea de nuestras conversaciones. Y aunque el matrimonio derivó y derivó, porque yo soy de derivas, compleja, y porque ninguna éramos capaces a satisfacer a la otra; algo que estaba esperando ser colmado desde el inicio, desde el inicio de nuestras vidas… he de expresar, de dar fe, que su apoyo continuo y su comprensión han sido como un premio para mí. O lo ha sido, en un nivel íntimo de convicción, en estos últimos años. Donde ambas nos hemos pacificado.
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Pero yo pienso en la muerte. Aunque no creo que piense más ahora de lo que he pensado en ella durante toda mi vida. Por eso soy capaz de recordarme, desde aquella primera ventana, pensando en mi suicidio. Esa era la idea plana, la conciencia lisa y no rugosa, que alentaba mi espíritu>>.

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– Del diario de Ana –

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